LA FRATERNIDAD, UN DON Y UN COMPROMISO

Dejemos obrar a Dios que para mejor será (B. Faustino Míguez)

jueves, 5 de diciembre de 2013

El otoño, una estación del alma


En las horas de Otoño, como que todo recobra la calma, el centro de este cosmos.
Todo cae al caer las hojas, mientras regresa el árbol a su seno, a su raíz. Y el hombre a su ser, a su latir secreto. Mientras hay como un derrumbe, como un desmoronamiento fuera, una luz, una hoguera se enciende en el adentro.

En esta hora del Otoño, la Creación entra en un sueño y pasa horas y horas en la sombra, en la penumbra, en la oscuridad, acurrucada en el secreto abrazo de la Madre Tierra. La vida queda enterrada, sin mortaja que la disimule, y revivirá al calor de la Primavera.

La palabra es como algo fijo, como un cadáver en el diccionario y revivirá al calor del silencio.
La vida es como un silencio otoñal, todo el árbol se vuelve otoño, se vuelve silencio. Es la Tierra habitada por el silencio que alumbrará una palabra, una Primavera.

El Otoño evidencia de la muerte y evidencia de la vida. El silencio evidencia del corazón, evidencia del amor.

En el Otoño como que se apaga la vida. Pero lo que sucede es que la vida se reúne y se congrega en el seno del silencio para después renacer.

Vive la tierra el retiro de un embarazo, del silencio y de la fecundidad. En este tiempo la tierra se deja arar
por la reja y se vuelve receptiva y acogedora. Es el Otoño una estación preñada de energía y de vida.

La vida es presa de su adentro, de su interioridad, de su seno.

El Otoño no es preferentemente un asunto de climatología. El Otoño es sementera, es paciencia con cierta impaciencia. Es despojo, desapego, transparencia, se caen las hojas y el bosque se vuelve transparente. Cuando se caen las palabras, cuando se detienen los deseos, cuando cesan las expectativas, el alma se vuelve transparente de la trascendencia que le habita.

El Otoño todo es adentro. La Primavera todo es afuera.

El silencio, una estación recatada, austera. La Primavera es una exhibición espectacular, es un inmenso grito de la Naturaleza.

Primero aprende a ser Otoño. Después serás Pimavera.

                                                                                      
                                                     José Fernández Moratiel

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