"Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él". Col 3,12-17

A veces me gustaría que la Palabra no fuera tan clara, tan directa... tener un buen chubasquero que la dejara pasar sin que calara... pero, no es "Su estilo"... 
Ojalá supiera acogerla como PROYECTO DE VIDA y no me ahogara simplemente al escucharla... 
Ayúdanos, Señor, a elegir los mejores "vestidos", esos que resisten a todo tiempo: al calor de la fraternidad y al frío de la indiferencia... a la brisa suave del encuentro con los hermanos y al viento huracanado que despierta nuestro orgullo... Que tu Palabra nos penetre y sea el "ritmo del latido" de nuestro corazón.

María L.