LA FRATERNIDAD, UN DON Y UN COMPROMISO

Dejemos obrar a Dios que para mejor será (B. Faustino Míguez)

martes, 31 de diciembre de 2013

Al acabar el año...

... haz balance de todo lo vivido.
Da gracias por lo recibido.
Aprende de las equivocaciones
Pide perdón por los errores



lunes, 30 de diciembre de 2013

Navidad eres tú

"La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendria bien un poco de silencio, para oir la voz del Amor."

Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma. El pino de Navidad eres tú, cuando resistes vigoroso a los vientos y dificultades de la vida. Los adornos de Navidad eres tú, cuando tus virtudes son colores que adornan tu vida. La campana de Navidad eres tú, cuando llamas, congregas y buscas unir. Eres también luz de Navidad, cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad, la paciencia, alegría y la generosidad. Los ángeles de Navidad eres tú, cuando cantas al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor. La estrella de Navidad eres tú, cuando conduces a alguien al encuentro con el Señor. Eres también los reyes Magos, cuando das lo mejor que tienes sin importar a quien. La música de Navidad eres tú cuando conquistas la armonía dentro de ti. El regalo de Navidad eres tú, cuando eres de verdad amigo y hermano de todo ser humano. La tarjeta de Navidad eres tú, cuando la bondad está escrita en tus manos. La felicitación de Navidad eres tú, cuando perdonas y restableces la paz, aun cuando sufras. La cena de Navidad eres tú, cuando sacias de pan y de esperanza al pobre que está a tu lado. Tú eres, sí, la noche de Navidad, cuando humilde y consciente, recibes en el silencio de la noche al Salvador del mundo sin ruidos ni grandes celebraciones; tú eres sonrisa, confianza y ternura, en la paz interior de una Navidad perenne que establece el Reino dentro de ti. Una muy Feliz Navidad para todos los que se parecen a la Navidad

Papa Francisco


martes, 24 de diciembre de 2013

ESTÁ CON NOSOTROS


Antes de que nazca Jesús en Belén, Mateo declara que llevará el nombre de «Emmanuel», que significa «Dios-con-nosotros». Su indicación no deja de ser sorprendente, pues no es el nombre con que Jesús fue conocido, y el evangelista lo sabe muy bien.
En realidad, Mateo está ofreciendo a sus lectores la clave para acercarnos al relato que nos va a ofrecer de Jesús, viendo en su persona, en sus gestos, en su mensaje y en su vida entera el misterio de Dios compartiendo nuestra vida. Esta fe  anima y sostiene a quienes seguimos a Jesús.

Dios está con nosotros. No pertenece a una religión u otra. No es propiedad de los cristianos. Tampoco de los buenos. Es de todos sus hijos e hijas. Está con los que lo invocan y con los que lo ignoran, pues habita en todo corazón humano, acompañando a cada uno en sus gozos y sus penas. Nadie vive sin su bendición.

Dios está con nosotros. No escuchamos su voz. No vemos su rostro. Su presencia humilde y discreta, cercana e íntima, nos puede pasar inadvertida. Si no ahondamos en nuestro corazón, nos parecerá que caminamos solos por la vida.


Dios está con nosotros. No grita. No fuerza a nadie. Respeta siempre. Es nuestro mejor amigo. Nos atrae hacia lo bueno, lo hermoso, lo justo. En él podemos encontrar luz humilde y fuerza vigorosa para enfrentarnos a la dureza de la vida y al misterio de la muerte.

Dios está con nosotros. Cuando nadie nos comprende, él nos acoge. En momentos de dolor y depresión, nos consuela. En la debilidad y la impotencia nos sostiene. Siempre nos está invitando a amar la vida, a cuidarla y hacerla siempre mejor.

Dios está con nosotros. Está en los oprimidos defendiendo su dignidad, y en los que luchan contra la opresión alentando su esfuerzo. Y en todos está llamándonos a construir una vida más justa y fraterna, más digna para todos, empezando por los últimos.

Dios está con nosotros. Despierta nuestra responsabilidad y pone en pie nuestra dignidad. Fortalece nuestro espíritu para no terminar esclavos de cualquier ídolo. Está con nosotros salvando lo que nosotros podemos echar a perder.

Dios está con nosotros. Está en la vida y estará en la muerte. Nos acompaña cada día y nos acogerá en la hora final. También entonces estará abrazando a cada hijo o hija, rescatándonos para la vida eterna.

Dios está con nosotros. Esto es lo que celebramos los cristianos en las fiestas de Navidad: creyentes, menos creyentes, malos creyentes y casi increyentes. Esta fe sostiene nuestra esperanza y pone alegría en nuestras vidas. 



JOSÉ ANTONIO PAGOLA

domingo, 22 de diciembre de 2013

El nombre de Jesús



Entre los hebreos no se le ponía a las personas un nombre cualquiera de forma arbitraria, pues el «nombre», como en casi todas las culturas antiguas, indica el ser de la persona, su verdadera identidad, lo que se espera de ella.
Por eso el evangelista Mateo tiene tanto interés en explicar desde el comienzo a sus lectores el significado profundo del nombre de ese personaje del que va a hablar a lo largo de todo su evangelio. El «nombre» de ese niño que todavía no ha nacido es «Jesús», que significa «Dios salva». Se llamará así porque «salvará a su pueblo de los pecados».
En el año 70 Vespasiano, designado como nuevo emperador mientras estaba sofocando la rebelión judía, marcha hacia Roma donde es recibido y aclamado con dos nombres: «salvador» y «benefactor». El evangelista Mateo quiere dejar las cosas claras. El «salvador» que necesita el mundo no es Vespasiano sino Jesús.


La salvación no nos llegará de ningún emperador ni de ninguna victoria de un pueblo sobre otro. La humanidad necesita ser salvada del mal, de las injusticias y la violencia,necesita ser perdonada y reorientada hacia una vida más digna del ser humano. Esta es la salvación que se nos ofrece en Jesús.

Mateo le asigna además otro nombre: «Emmanuel». Sabe que Jesús no ha sido llamado así históricamente. Es un nombre chocante, absolutamente nuevo, que significa «Dios-con-nosotros». Un nombre que sólo le atribuimos a Jesús los que creemos que, en él y desde él, Dios nos acompaña, nos bendice y nos salva.
Las primeras generaciones cristianas llevaban el nombre de Jesús grabado en su corazón.
Lo repiten una y otra vez. Se bautizan en su nombre, se reúnen a orar en su nombre. Para Mateo, es una síntesis afectiva de su fe. Para Pablo, nada hay más grande. Según uno de los primeros himnos cristianos, «ante el nombre de Jesús se ha de doblar toda rodilla».
Después de veinte siglos, hemos de aprender a pronunciar el nombre de Jesús de manera nueva. Con cariño y amor, con fe renovada, en actitud de conversión. Con su nombre en nuestros labios y en nuestro corazón podemos vivir y morir con esperanza.

José Antonio Pagola

viernes, 20 de diciembre de 2013

Abrazos de vida



Hay gestos cotidianos que nos ayudan a descubrir en profundidad quienes somos realmente. Un abrazo, un beso, una mano en el hombro, una mirada serena… Son gestos que nos recuerdan que somos seres básicamente amados. De acuerdo que hay momentos donde esto no es tan evidente pero, con todo, hoy más que nunca, es urgente entrenar esa sensibilidad que nos permita rastrear esos gestos, que en tantas ocasiones se nos escapan, como el agua entre los dedos.
Sin duda éste es el lenguaje de Dios, no el de las palabras, sino el de los gestos, que dan contenido a tantas palabras ya desgastadas. Gestos que condensan esa realidad básica y primera, la de ser amados, a la que todo ser humano aspira en su interior, y a la vez, a la que tantos se ven privados de ella.
Hoy, como ayer, seguimos llamados a reproducir esos mil gestos de amor, que ayuden a nuestros semejantes
a experimentar el abrazo de Dios. Esos gestos que nos alienten en nuestros cansancios y  que nos alivien las heridas de cada día. Es la mejor forma de expresarle, sin decir palabra alguna: «Tú también eres amado en el Señor Jesús», y así, despertar a una nueva conciencia de sí mismo, más digno, más libre, más querido, más humano, en definitiva, sentirse hermano/a.
Quizá todavía hoy existan muchos rincones de nuestro planeta donde todavía no hayan descubierto esta verdad profunda. Pero lo cierto es que somos muchos más los brazos capaces de hacer llegar esos gestos a tantos que aún esperan ese abrazo.
Dios, como tú y como yo, se apaña mejor con los gestos. Son precisamente éstos, los que permiten a nuestros semejantes, los pequeños y olvidados, descubrirse hoy hermanos.

Natxo Morso

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Retiro y celebración de adviento de agentes de pastoral

Adviento es tiempo de preparación para la Navidad, y desde los distintos grupos de pastoral del colegio queremos prepararnos lo mejor posible para el próximo nacimiento de Jesús.

El domingo 14 de diciembre compartimos juntos una mañana de silencio y retiro. Y hoy miércoles, día de Nuestra Señora de la Esperanza, una celebración mariana y una merienda.

Damos gracias a Dios por estas oportunidades que nos acercan más a Él y a nuestra Madre y nos ayudan a crear lazos entre nosotros como comunidad educativa y agentes de pastoral.

martes, 17 de diciembre de 2013

Ya se acerca el gran momento...

Pronto llega el gran momento del nacimiento de Jesús.
Con María y con José nos acercamos a este misterio que nos supera.
Llega el momento de que nuestro corazón se convierta en pesebre.
Solo hay espacio para la humildad y la pequeñez




domingo, 15 de diciembre de 2013

Curar heridas



La actuación de Jesús dejó desconcertado al Bautista. Él esperaba un Mesías que extirparía del mundo el pecado imponiendo el juicio riguroso de Dios, no un Mesías dedicado a curar heridas y aliviar sufrimientos. Desde la prisión de Maqueronte envía un mensaje a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”.
Jesús le responde con su vida de profeta curador: “Decidle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”. Este es el verdadero Mesías: el que viene a aliviar el sufrimiento, curar la vida y abrir un horizonte de esperanza a los pobres.

Jesús se siente enviado por un Padre misericordioso que quiere para todos un mundo más digno y dichoso. Por eso, se entrega a curar heridas, sanar dolencias y liberar la vida. Y por eso pide a todos: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.
Jesús no se siente enviado por un Juez riguroso para juzgar a los pecadores y condenar al mundo. Por eso, no atemoriza a nadie con gestos justicieros, sino que ofrece a pecadores y prostitutas su amistad y su perdón. Y por eso pide a todos: “No juzguéis y no seréis juzgados”.
Jesús no cura nunca de manera arbitraria o por puro sensacionalismo. Cura movido por la compasión, buscando restaurar la vida de esas gentes enfermas, abatidas y rotas. Son las primeras que han de experimentar que Dios es amigo de una vida digna y sana.
Jesús no insistió nunca en el carácter prodigioso de sus curaciones ni pensó en ellas como receta fácil para suprimir el sufrimiento en el mundo. Presentó su actividad curadora como signo para mostrar a sus seguidores en qué dirección hemos de actuar para abrir caminos a ese proyecto humanizador del Padre que él llamaba “reino de Dios”.

El Papa Francisco afirma que “curar heridas” es una tarea urgente: “Veo con claridad que
lo que la Iglesia necesita hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor, cercanía y proximidad a los corazones... Esto es lo primero: curar heridas, curar heridas”. Habla luego de “hacernos cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela”. Habla también de “caminar con las personas en la noche, saber dialogar e incluso descender a su noche y oscuridad sin perderse”.

Al confiar su misión a los discípulos, Jesús no los imagina como doctores, jerarcas, liturgistas o teólogos, sino como curadores. Su tarea será doble: anunciar que el reino Dios está cerca y curar enfermos.

José Antonio Pagola